Dar triptófano en cantidades altas puede ser contraproducente ya que activamos la TDO, más bien se trataría de cuidar la ingesta de alimentos ricos en TRP (como el yogur) y tomar una dieta rica en carbohidratos que, como veremos, aumenta la cantidad de TRP libre por la acción insulínica.
Otro factor importante sería verificar el nivel de ferritina en plasma para comprobar el estado del hierro en el organismo y, en caso de estar baja, habría que plantearse una dieta rica en hierro hem (sangre, hígado, moluscos), asociando vitamina C, o en casos más extremos, dar eritropoyetina, tal como se comentaba en el estudio citado anteriormente.
PASO DE LA BARRERA HEMATOENCEFÁLICA
Si la metabolización en hígado es normal, una parte de TRP pasará a plasma, en donde circulará en su mayor parte unido a un transportador (albúmina), de modo que tan sólo un 10-20% circulará como TRP libre. Teniendo en cuenta que en cualquier dieta habitual, el TRP es el menos abundante de todos los aminoácidos, podemos decir que una dieta típica occidental proporcionará de 1 a 1,5 g/día. Todo ello hace que el cerebro reciba menos del 1% del TRP ingerido (Young SN y Teff KL 1989).
A partir de aquí, vamos a hacernos algunas preguntas:
¿Quién atraviesa la barrera hematoencefálica, la serotonina o el triptófano?
Pues, debido a que la 5-HT no puede atravesar la barrera hematoencefálica y a que su precursor, el TRP, sí puede, la concentración de este neurotransmisor en el cerebro será muy dependiente de la concentración de TRP en sangre (Williams W et al. 1999).
¿Por qué esta dependencia tan grande?. Supongamos que tenemos una alta cantidad de triptófano en plasma. ¿No se saturará el paso a serotonina al aumentar mucho la concentración de TRP (inhibición por sustrato)?.
La respuesta es que la enzima que cataliza el paso de TRP a 5-HT tiene una constante de Michaelis-Menten varias veces más alta que la concentración de TRP cerebral, lo que sugiere que en condiciones fisiológicas, la actividad de esta enzima no está saturada por el sustrato (generalmente, la concentración de sustrato limita la velocidad de la reacción y la constante de Michaelis-Menten, que mide la disociación del complejo enzima-sustrato, se hace despreciable frente a la concentración del sustrato cuando ésta aumenta mucho).
El segundo paso es la decarboxilación del 5-HTP a 5-HT mediante una decarboxilasa de los aminoácidos L-aromáticos que utiliza piridoxal como cofactor. La actividad de esta enzima es muy alta, por lo que todo el 5-HTP pasa a 5-HT quedando muy poco 5-HTP en el cerebro. Algo de TRP se convierte directamente en triptamina por la decarboxilasa lo que ha llevado a algunos farmacólogos a considerarla como un neurotransmisor.
Ahora bien, en este momento surge una pregunta importante. Puesto que normalmente hay una limitación enzimática para que la velocidad de una reacción no aumente mucho cuando el sustrato es muy abundante. ¿Por qué aquí no es así?. En otras palabras. ¿Por qué nuestro organismo deja en manos de la arbitrariedad de la alimentación la concentración cerebral de un neurotransmisor tan importante?
En realidad la exposición al exterior de un medio tan controlado como nuestro cerebro es un hecho extremadamente raro y, probablemente tiene que ver con la circunstancia de que las neuronas serotoninérgicas puedan participar en circuitos cerebrales con influencia sobre mecanismos periféricos que se encarguen de regular la ingesta de determinados nutrientes (Fernstrom JD 1983).
En ratas, cuando se le da a escoger al animal entre varias propuestas de alimentos de contenido proteico muy dispar, acaban ajustando su elección entre un mínimo proteico que les asegura un crecimiento rápido, y un máximo por encima del cual tendrían que forzar rutas metabólicas. Esta situación de elección instintiva de la dieta proteica que, necesariamente afecta al contenido en AA en plasma, nos lleva a considerar la posible relación entre los efectos que provocan a nivel cerebral algunos AA (TRP en particular), muy dependiente de su concentración en plasma, y la decisión de tomar un tipo de dieta en particular, más o menos hiperproteica (Peters JC 1984).
Bueno, está claro que nosotros podemos, entonces, utilizar este conocimiento para manipular la concentración de serotonina cuando consideremos que está muy baja por alguna enfermedad. Pero la siguiente pregunta es inmediata. ¿Si simplemente aumentamos el neurotransmisor cambiamos la clínica de las enfermedades que cursan con alteraciones suyas?.
En un estudio realizado en Medline y Psychlit entre los años 1966 y 1996 por Reilly JG et al. usando las palabras clave 5-hidroxitriptamina, triptófano (TRP) y agotamiento (depleting), encuentra que la disminución de TRP exacerba la respuesta de pánico y agresión en sujetos vulnerables. En este estudio, se cita una revisión de la literatura científica entre 1980 y 1996 que presenta 44 estudios a doble ciego sobre la disminución de TRP cuyos resultados cubre un rango de desórdenes psiquiátricos que van desde psicosis, ansiedad y desórdenes de la alimentación hasta comportamientos relacionados con el apetito, agresión y deseo.
Finalmente, en un interesantísimo estudio Williams WA et al. demostraron que tras una disminución de TRP por manipulación dietética, predomina el almacenamiento vesicular de serotonina, lo que produce un declive en la concentración de 5-HIAA en líquido cefalorraquídeo que podría explicar las alteraciones en el humor en poblaciones vulnerables observadas tras la disminución de TRP mediante dietas deficitarias en este aminoácido, o ricas en aminoácidos competidores. Estos datos los obtuvieron tras medir 5-HT y 5-HIAA en líquido cefalorraquídeo en un grupo de sujetos a los que se les había sometido a una dieta de disminución de TRP.
Digamos que en términos generales se puede decir que las dietas bajas en triptófano, por sí mismas, no causan alteraciones del humor, depresión o agresión, pero en pacientes vulnerables puede contribuir claramente. Es decir, nos puede servir para medir el grado de vulnerabilidad a determinadas enfermedades mentales (¡qué importante es prevenir!), y en este sentido hay muchos estudios de depleción del TRP (Dougherty DM et al. 1999; Williams W et al. 1999; Rubinsztein JS et al. 2001; Strüder HK and Weicker H . 2001; Young AH et al. 2002; Schmeck K et al. 2002; Hughes JH et al. 2003; Wurtman RJ et al. 2003; Rogers RD et al. 2003.)
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